Educación virtual en La Guajira: crece 678%, pero enfrenta retos de conectividad y deserción

Educación virtual en La Guajira: crece 678%, pero enfrenta retos de conectividad y deserción

Educación virtual en La Guajira: crece 678%, pero enfrenta retos de conectividad y deserción

La Guajira vive una transformación educativa cuya velocidad sorprende incluso a expertos en el sector. En apenas seis años, la matrícula en programas virtuales de educación superior pasó de 972 estudiantes en 2018 a 7.568 en 2024, un crecimiento del 678 %, según datos del Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES).

Actualmente, este departamento cuenta con 76 programas activos —entre pregrado y posgrado— y 28.764 estudiantes matriculados, de los cuales el 93,8 % cursa carreras universitarias y apenas el 6,2 % opta por especializaciones, maestrías o doctorados. Este contraste muestra que, si bien la virtualidad ha democratizado el acceso a títulos profesionales básicos, aún falta diversificar la oferta hacia programas de formación más especializada.

“Estamos viendo una transformación sin precedentes en el acceso a la educación superior. El modelo virtual abrió una puerta que antes estaba cerrada para miles de jóvenes y adultos en zonas apartadas de este territorio”, destaca Gelca Gutiérrez Barranco, rectora de la Fundación Universitaria del Área Andina, sede Valledupar

El fenómeno no es exclusivo de esta región. A nivel nacional, la educación superior superó los 2,6 millones de estudiantes en 2024, con un crecimiento del 4,77 % frente al año anterior. La modalidad virtual, por su parte, registró 518.068 inscritos en 2023, es decir, el 20,92 % del total nacional. Sin embargo, La Guajira duplicó ese ritmo de expansión, convirtiéndose en una de las zonas con mayor dinamismo académico del Caribe.

Pero detrás del avance aparecen señales de alerta. En municipios como Uribía, Manaure o Maicao, la intermitencia eléctrica, la baja conectividad y los costos adicionales —pago de datos móviles, transporte a zonas con señal o redes comunitarias— siguen siendo barreras reales. Aunque el Observatorio Nacional de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (ONTIC) estima que en 2025 el 65 % de los hogares en el país tiene acceso a internet, en áreas rurales dispersas de La Guajira esa cifra no supera el 30 %, lo que amplía la brecha entre las cabeceras y las comunidades más apartadas.

“Si la virtualidad llegó para quedarse, necesitamos garantizar conectividad, becas y una política educativa con enfoque territorial. De lo contrario, el riesgo es que la cobertura crezca en números, pero no en calidad ni en equidad”, advierte Gutiérrez.

Del aula virtual a la comunidad: Areandina impulsa la formación de docentes Wayuu

En medio de este panorama, la Fundación Universitaria del Área Andina ha asumido un papel estratégico. Con 32 programas virtuales —17 de pregrado y 15 de posgrado— y 206 graduados guajiros hasta 2024, de los cuales 77 son de Riohacha, la institución con sede en Valledupar destaca por su trabajo con la comunidad indígena Wayuu a través de la Licenciatura en Educación Infantil.

Actualmente, 29 estudiantes de esta población cursan esta carrera en modalidad virtual. Provienen de nueve municipios —incluyendo Uribía, Manaure, Maicao, Siapana y Cabo de la Vela— y de más de 15 comunidades indígenas como Kolopontain, Bahía Honda y Tolima. El 60 % ya ejerce como docente en escuelas oficiales o programas del ICBF, mientras que el 40 % restante busca su primer título profesional. Sus edades oscilan entre 20 y 39 años, combinando juventud con experiencia pedagógica previa.

“Formar a un maestro Wayuu significa formar a toda una generación de niños con identidad cultural, orgullo por sus raíces y herramientas para enfrentar un mundo globalizado”, señala Gutiérrez.

Para responder a las necesidades locales, esta universidad ha adaptado contenidos y metodologías. En territorios con conectividad limitada y diversidad lingüística, la incorporó recursos asincrónicos, tutorías personalizadas y estrategias bilingües en español y wayuunaiki para garantizar la permanencia y el aprendizaje.

“No es lo mismo enseñar en Bogotá que en Siapana. La educación virtual en territorios indígenas debe responder a sus realidades y no copiar modelos urbanos que ignoran su contexto cultural”, agrega la rectora.

No hay duda que el crecimiento de la educación virtual en La Guajira es innegable: más estudiantes, más programas y más oportunidades para comunidades históricamente excluidas. Sin embargo, su sostenibilidad dependerá de cerrar las brechas tecnológicas, económicas y culturales que hoy ponen en riesgo convertir este salto académico en una verdadera política de transformación educativa para todo el Caribe colombiano.

 

Diario La Guajira

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