¿Aspersión aérea con glifosato o reconversión socio productiva?
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Del Guayacán al Roble: ¿qué estilo de liderazgo prospera en nuestra tierra?
En el mundo empresarial y social actual, las antiguas definiciones de liderazgo se quedan cortas. Hoy más que nunca necesitamos líderes. Pero, ¿qué clase de dirigentes? La respuesta puede que resida en los árboles que caracterizan nuestro paisaje guajiro, gigantes silenciosos que nos hablan de resistencia, interconexión y crecimiento.
En el ecosistema de una empresa, el jefe es como el árbol más grande: marca el territorio, da sombra y permite que la vida crezca a su alrededor. Cuando miramos los árboles característicos de nuestra geografía, desde el resistente guayacán hasta el majestuoso roble, podemos reconocer en ellos los arquetipos de liderazgo que han moldeado y comenzarán a reformar el destino de nuestras organizaciones.
Son personajes moldeados en el yunque de la adversidad. El líder guayacán es aquel que, en tiempos de crisis, toma decisiones difíciles y cuyos éxitos, aunque sean ocasionales, son tan impresionantes como la floración en medio del desierto. El corazón fino, por otro lado, es el estratega de élite que se obsesiona con la calidad y el prestigio. No se limita a dirigir, sino que forma equipos y genera resultados de un valor extraordinario, que destacan por su acabado perfecto.
Líderes de Hierro: forjados en la adversidad
Hay líderes, como el guayacán, el cañaguate o el corazón fino, hechos de madera casi indestructible. Son personajes templados en el fuego de la dificultad. El guayacán es el resiliente, el que sabe hacer elecciones difíciles en tiempos críticos y cuyos éxitos, aunque raros, son tan sorprendentes como una floración en el desierto.
No manda, moldea, crea equipos y resultados de alto valor reconocidos por su perfección. El corazón fino es el estratega obsesionado con la calidad y el prestigio. Son los que crean legados de excelencia.
Arquitectos de ecosistemas: conexión y santuario
El líder ceiba es el gran articulador. Grande y vital, es quien soporta a toda la organización para que se desarrolle bajo su protección. Otros no son fuertes por ser duros, sino por dar vida. Son guías que crean un ambiente colaborativo, pues saben que el éxito no es individual, sino de todos.
En aguas más turbias aparece el líder caracolí. Este es el navegante de la duda. Como el árbol a las orillas del río, éste da firmeza en tiempos de cambio. Es un camaleón, sabe defender a su equipo de los vigorosos externos y encontrar respuestas en el caos.
El ideal aspiracional: el liderazgo roble
Cada estilo tiene su momento y lugar, pero el más completo y necesario para los tiempos actuales es el líder roble. Este arquetipo es el punto medio entre fuerza y flexibilidad. Su madera es apreciada por ser fuerte, pero a la vez fácil de trabajar. ¡Es estricto, pero flexible con su equipo!
Su liderazgo, como la flor rosada del roble, siempre inspira. No espera la crisis para actuar, sino que inspira cada día, creando un entorno de crecimiento. Este liderazgo no persigue resultados inmediatos, sino que construye un futuro fuerte, fructífero y, sobre todo, inspirador.
En resumen, mientras que otros destacan por una cualidad excepcional y dominante, el roble integra y equilibra las mejores virtudes: es el pilar fuerte que sostiene la estructura, el visionario que inspira con su belleza y el estratega pragmático que construye un futuro valioso y perdurable.
Un eco en nuestra Alma Máter: los directivos de Uniguajira
Y cuando se revisan estos arquetipos, uno se pregunta: ¿cuántos de estos ha tenido nuestra Universidad de La Guajira? Y, la respuesta correcta es: todos.
Una institución tan importante y compleja como es la universidad, que ha iluminado con su saber la península, ha requerido de todos estos estilos para convertirse en lo que es. Seguro que tuvo algún líder guayacán en sus primeros años o en sus momentos más críticos que con su firmeza de acero garantizó su supervivencia.
Ha tenido líderes ceiba visionarios que ampliaron sus capacidades y programas, forjando un ecosistema académico que integra a toda la región. Habrá tenido también líderes caracolí, pragmáticos timoneles que surcaron períodos de incertidumbre presupuestaria y mantuvieron a flote la nave con creatividad y tenacidad. Y, claro, líderes corazón fino que promovieron centros de investigación y programas de excelencia de los que hoy nos enorgullecemos.
La Universidad de La Guajira es un bosque enriquecido por la fuerza de cada gigante. El desafío hoy es desarrollar el liderazgo roble: honrar esa fortaleza histórica, pero con flexibilidad e inspiración, para perfeccionar el potencial de las nuevas generaciones guajiras.
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